viernes, 11 de julio de 2008

canción de amor

nadie parece escuchar la voz debajo de la lija
y el chillido del clavo que pierde la cabeza
sólo ella, en sus siete faldas rosadas,
en sus mocasines de venas y sexo

nadie parece escuchar la voz entre las fibras,
sólo ella
y la compadezco por ello
por sus gestos excesivos al pedirme el martillo,
por sus intentos de entenderme a mí,
como victimario y victima de una tradición

le observo el más mínimo movimiento de su oreja,
que como canina busca el sonido,
y lo encuentra siempre en el lugar menos esperado
y allá voy a cortar dedos
de los árboles que le ruegan,
que le piden, que suplique por ellos
pero nadie parece hacerles caso
ni ella misma, que ha hecho sacrificio de su don
para darme de comer, para conseguirme
la madera, los dedos, los clavos
los materiales necesarios
para poder levantarle un templo,
de mentiritas nada más,
una casa, un hogar, un lugar
en el que no tenga que escucharlos más,
en el que pueda ceder sus orejas al silencio
y acostarse a dormir,
al lado de su amante,
al lado de aquél dios
por el que sacrificó su don,
a mi lado, por supuesto

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