martes, 8 de julio de 2008

palabra ligera

No es envidia lo que ha averiado las tuberías, lo que le ha restringido el paso al agua potable, sino es una sustancia viscosa, de matices grisáceos, que parece haber reemplazado la lluvia, pues en los últimos temporales, parece ser lo único que cae. E intentado cubrirlo todo con paraguas—grandes, pequeños, rojos y blancos; para así detener su flujo desagradable. Silenciar el barrunto que comienza a hincarme.
No estoy seguro de nada, sólo que no es envidia, que es otra cosa lo que me hace encogerme de hombros, trancar los ojos, apretar los puños. No debe ser envidia, pues sólo lo atisbo con respeto, aunque quisiera hacerme líquido, hacerme sustancia viscosa, grisácea, y adentrarme en su figura, y jugar a ventrílocuo, un simple a day in the life, completamente inocente; y poseer a su esposa, ayudar a su hija con sus tareas escolares, y lanzarle el frisbee al perro, decirle a si es, Skip, así es.
No, no es envidia. No puede—ni quiero—que sea envidia.
Debo llamarle otra cosa, ¿qué piensas de barro, roble, o azulejo, u otra palabra completamente ligera?

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