Tatúame,
Tatúame,
Tatúame,
no mucho más te pido,
don arrepentimiento,
sólo una marca para no
olvidar tu pasaje
por los surcos que hacían
mis viejos mocasines
en las pieles de muchachas
de poca niñez,
¿a quién le devuelvo las flores
que tomé sin permiso, bajándome
la cremallera y uno que otro piropo azul?
sus sonrisas amalgamadas,
emplegostadas en el olvido,
se escapan de mis vísceras
y lo vuelvo a hacer
me le acerco
de regalo de quinceañero y le sonrío
inteligentemente,
para ellas no hay libros en la habitación,
sólo una cama doble, y un florero,
y el mismo piropo que olvidé que
usé en su hermana
¿quieres mi flor, Isma?
y entre mi dedo índice y pulgar la remuevo,
delicadamente por el tallo,
y la arranco de la tierra.
por eso exijo una marca,
tal vez la de Caín,
un carimbo ardiente,
don arrepentimiento,
no más, no más.
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